martes, 14 de junio de 2011

Los productos precocinados: variedad, rapidez y calidad

Hoy en día, la sociedad está acostumbrada a un ritmo de vida acelerado. En multitud de hogares no tienen la posibilidad de preparar un plato casero a diario, debido a que los dos trabajan, son universitarios estudiando lejos de casa, jóvenes que se acaban de independizar, personas con un trabajo estresante… Ante este inconveniente, cada día se hace más uso de los productos precocinados.

Los productos precocinados son platos preparados culinariamente sin que se haya completado su elaboración, embasados y conservados en frío. Para su consumo solo hace falta un tratamiento adicional por parte del consumidor, ya sea hornearlos, freírlos o calentarlos con el microondas, facilitando la vida a los que no tienen tiempo, ganas o conocimientos culinarios.

Estos productos tienen multitud de ventajas como son la larga conservación de sus propiedades nutritivas, organolépticas e higiénicas durante meses, por lo que siempre podemos tener algún precocinado escondido en el fondo del congelador listo para una visita inesperada, a modo de entrante o tentempié.

Los precios y la calidad de estos platos están en muy buena sintonía. Por un módico precio podemos disfrutar de menús variados para todos los gustos, incluso de otras culturas, como la italiana. La condición de los ingredientes, la elaboración y la higiene de estos productos están sometidas a exhaustivos controles y se garantiza su calidad.

Existe la idea generalizada de que los productos precocinados no son sanos. Si bien es cierto que un consumo abusivo no es bueno, como con todos los tipos de alimentos dependerá del uso que se haga de ellos y de la calidad de los mismos. Además, no es igual cocinar con aceite de girasol que con aceite de oliva y también se notará la diferencia si se hornea y no se fríe.

Si finalmente se opta por las frituras, tales como croquetas, calamares,… aquí os dejamos algunos consejos que ayudarán a reducir la grasa de estos alimentos durante su cocción.
Guarda el aceite en lugares fríos y oscuros, ya que de esta forma se garantiza una mayor calidad del producto, durante mucho más tiempo.
Cocina a una temperatura idónea, ni muy baja, ya que esto provoca que los alimentos absorban más aceite, ni muy alta, ya que esto daña el aceite.
Antes de reaprovechar el aceite, elimina las migajas o partículas que hayan quedado en él, por ejemplo pasándolo por un colador.
Una vez los productos estén fritos, escúrrelos bien y elimina el aceite sobrante. Algo que funciona muy bien es poner en el plato un trozo de papel de cocina absorbente, de forma que elimine todos los restos de aceite.
En el caso de utilizar una freidora, habrá que limpiarla bien tras cada uso. Un buen truco es limpiarla con una mezcla de un poco de vinagre y agua, y luego enjuagarla solo con agua, de manera que eliminemos la grasa acumulada.
Una vez acabemos de usar la freidora, debemos taparla siempre, ya que la luz, el polvo y el oxígeno dañan el aceite.

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