El bogavante es un crustáceo decápodo, es decir, posee diez extremidades. Dos de ellas son dos grandes pinzas desiguales, que le sirven para atrapar y quebrantar a sus presas. Con su pinza más desarrollada tritura los caparazones de sus presas, mientras que con los dientes finos y afilados de su otra pinza desgarra y corta los alimentos. Es por ello que solemos verlos con ellas atadas.
Se trata del crustáceo marino más grande. Si viven lo suficiente, pueden alcanzar hasta 1 metro de largo y 15 kilos de peso. Habitan en fondos rocosos o zonas de acantilados, en aguas frías. En cuanto a la alimentación, el bogavante prefiere sepias, calamares, pulpos y pequeños peces. Comen por la noche y, durante el día, se ocultan en cuevas.
Entre sus propiedades nutritivas, cabe destacar su alto valor proteico. Sus proteínas son de gran valor biológico, con bajo contenido en grasas, con predominio de las insaturadas, muy beneficiosas para la salud.
También resulta significativo su gran aporte de aminoácidos tales como fósforo, potasio, calcio, magnesio, hierro y en especial zinc, fundamental para nuestro organismo por su implicación en funciones metabólicas como las síntesis de insulina, carbohidratos, proteínas y grasas. Con respecto al aporte vitamínico, el bogavante, es rico en vitaminas del tipo A, B2, B3, B6 y B12. Además, su contenido en vitamina B5, ayuda a combatir las migrañas.
Por todo ello, el bogavante es uno de los crustáceos más utilizados en la alta cocina y muy apreciado por los amantes del marisco, ya que posee una carne abundante y firme, y su preparación no requiere demasiadas complicaciones. El bogavante es el ingrediente estrella de todo tipo de platos, desde un arroz con bogavante, a una sencilla ensalada de marisco.
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