En cuanto al pescado azul, se aconseja consumir variedades como el atún
blanco o el salmón, las sardinas, los arenques, la caballa, boquerón o bocarte,
salmonete, anguila, jurel o chicharro común, verdel, palometa, trucha marina,
cazón… En definitiva, pescados más pequeños que no acumulan mercurio.
El omega-3, muy presente en el pescado azul, es un ácido graso esencial
durante esta etapa, que ayuda al desarrollo del cerebro y del sistema nervioso
central del bebé. Además, también aportan beneficios para la madre, puesto que
ayuda a controlar la presión arterial, reduce la tasa de colesterol y mejora el
funcionamiento del corazón.
Con respecto al pescado blanco, las restricciones se limitan a la panga y
la perca; pero en general, el resto de pescados
blancos como merluza, pescadilla, rape, cabracho, lenguado, gallo, bacalao… son
aptos y ofrecen nutrientes esenciales para una dieta saludable.
El consumo de pescados semigrasos como la dorada, la
lubina y el besugo también es adecuado durante el embarazo.
En general, cualquier tipo de
pescado procedente del mar, es rico en yodo, nutriente muy aconsejable durante
el embarazo y la lactancia, puesto que su carencia puede ser causa de lesión
cerebral en el niño, así como de problemas en el desarrollo y crecimiento
durante la infancia, según la Organización Mundial de la Salud.
Fuente: bebesymas.com
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