Pese a sus óptimos valores nutricionales, en
ocasiones, nos cuesta bastante consumir pescado. Nos suele parecer (por unas u
otras razones) menos atractivo a la vista y menos apetecible al paladar. Sin
embargo, existen ciertos consejos y/o trucos que pueden fomentar sin duda
alguna el consumo de este alimento y así poder incluirlo en nuestra dieta de
una manera habitual. Desde Osumar os proponemos alguno de ellos que esperamos
os sirvan de ayuda.
Cuando el
problema son las espinas.
Si nos molestan las espinas, conviene ser
inteligente y escoger piezas como lomos en lugar de rodajas o filetes. El
bonito, el lenguado y el emperador
suelen ser una buena elección ya que no presentan ninguna espina.
Su olor o
sabor son demasiado fuertes.
Conviene guardar el pescado herméticamente para
que se evite la transmisión de ese olor a otros alimentos. También es una buena
idea la utilización de salsas que suavicen su olor y sabor, como bechamel,
mayonesa y salsa rosa entre otras.
Su
consistencia es muy blanda.
No es excusa para rechazar el pescado. Existe una
gran variedad de especies con una textura más firme: el bonito, el salmón, el
rape y el bacalao entre otros son algunos ejemplos disponibles en pescaderías.
Sólo me
gusta si es fresco.
Siempre que se respete la cadena de frío, el
pescado tiene las mismas propiedades nutritivas que el fresco. Lo que sucede es
que la gran mayoría de las ocasiones descongelamos mal la pieza.
El pescado
no me llena.
El pescado es un alimento menos fibroso que la
carne y su digestibilidad viene condicionada por su contenido graso (blanco,
semigraso o azul), por su forma de preparación o cocción y acompañamientos
(salsas y/o guarniciones). Por tanto no se puede decir a priori que el pescado
no llena o no sacia
.
Con todo esto, ya no tienes excusas para no
consumir pescado. Es cuestión de tener un poco de idea y descubrir otras formas
de saborear este estupendo alimento.
Fuente: alimenta.com